«Os demónios do meu avô»: la herencia del pasado cobra vida en stop motion en la FICG

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Como parte del homenaje a Portugal, país Invitado de Honor en la 40ª edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), se presentó Os demónios do meu avô, el primer largometraje portugués realizado en técnica stop motion. Dirigido por Nuno Beato y coproducido junto a España y Francia, el filme ofrece una historia tan delicada como poderosa, que entrelaza fantasía, tradición artesanal y profundas reflexiones sobre la memoria familiar.

La cinta sigue a Rosa, una mujer que, tras años de distancia, regresa al pueblo donde vivía su abuelo al enterarse de su fallecimiento. En medio del paisaje montañoso de Trás-os-Montes, encuentra una casa en ruinas y un terreno olvidado. Motivada por el remordimiento y el deseo de reconectar con sus raíces, Rosa emprende la tarea de reconstruir el hogar… sin saber que no está sola. Un conjunto de figuras de barro, creadas por su abuelo, cobran vida para aconsejarla, guiarla y confrontarla con los “demonios” del pasado.

El viaje visual comienza en animación 2D, en tonos fríos y escenarios urbanos que reflejan la desconexión de Rosa con su entorno. A medida que avanza la trama, el estilo evoluciona hacia el stop motion, reflejando el despertar emocional de la protagonista y su inmersión en el universo rural y mágico heredado de su abuelo.

En la charla posterior a la proyección, Beato explicó que esta transformación técnica acompaña el arco narrativo: “El pasado sirve para mirar el futuro. No se trata de vivir en él, sino de entenderlo”. La película no solo muestra un reencuentro familiar, sino un diálogo entre generaciones, en el que los errores, heridas y secretos también se heredan.

Los personajes de barro están inspirados en las piezas de Rosa Ramalho, renombrada artesana portuguesa, cuyo legado también da nombre a la protagonista. Estas figuras representan a personas del pasado del abuelo —algunas conflictivas, otras entrañables— que aún tienen resonancia en la vida de Rosa. “Arreglar el pasado del abuelo” se convierte en una de las frases centrales de la historia, una especie de mantra que guía a la protagonista en su transformación.

El director también compartió que ninguno de los sets fue diseñado para ser perfecto: “La imperfección refleja la vida misma. Cuando algo salía demasiado ordenado, prefería rehacerlo con más caos, más verdad”. Para recrear el mundo de Rosa se utilizaron alrededor de 400 kilos de barro, moldeado en casas, máscaras, habitaciones y paisajes cargados de identidad.

La película fue realizada con un presupuesto de tres millones de euros y ha sido reconocida no solo por su factura técnica, sino por su sensibilidad artística y narrativa. Como complemento a la proyección, el público del FICG puede visitar la exposición Os demónios do meu avô en el Museo de Ciencias Ambientales, donde se exhiben figuras originales, escenografías y secuencias del filme, junto a una muestra dedicada a Soy Frankelda, el primer largometraje mexicano en stop motion. Ambas estarán disponibles hasta el 14 de junio.

Con Os demónios do meu avô, Nuno Beato no solo marca un hito para la animación portuguesa, sino que nos invita a reconciliarnos con aquello que heredamos, a través de una historia que mezcla lo mágico con lo humano, y lo artesanal con lo eterno.

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