Con metales potentes, nostalgia setentera y energía renovada, la mítica banda Chicago, regresó a Guadalajara
Han pasado más de cinco décadas desde que una agrupación de jóvenes músicos surgiera bajo el nombre de Chicago Transit Authority, y aunque poco después adoptaron el simple y poderoso nombre de Chicago, su compleja fusión sonora y su presencia imbatible los han mantenido vigentes hasta el día de hoy. El pasado 14 de mayo, la emblemática banda estadounidense se presentó ante un lleno entusiasta en el Auditorio Telmex de Guadalajara para celebrar 58 años de historia musical, en una noche que fue más que un concierto: fue una fiesta intergeneracional.
Chicago ha sabido reinventarse sin perder su esencia. Su estilo, una mezcla sofisticada de rock suave, pop, jazz y rhythm and blues, ha sido siempre caracterizado por su icónica sección de metales, una fórmula distintiva que aún hoy no tiene paralelo en la industria. En esta gira por México, la batuta quedó en manos del fundador y trompetista Lee Loughnane, quien, además de ejecutar con maestría la trompeta y el fliscorno, funge como el alma veterana de la agrupación.
A su lado, una alineación vibrante de músicos actuales dio vida a un show cargado de emoción, técnica impecable y una entrega innegociable. Eric Baines (bajo y voz), Carlos Murguía (teclado y voz) y el vocalista principal Neil Donell demostraron que la sangre nueva puede mantener viva la llama de una banda legendaria.
Una noche tropical de recuerdos y potencia sonora
Con la evocadora “(I’ve Been) Searchin’ So Long” como carta de presentación, la banda apareció en escena mientras el logo multicolor de Chicago se desplegaba entre luces y una atmósfera casi playera, que por momentos parecía transportarnos a una noche cálida en Puerto Vallarta o Florida, aunque en realidad eran los 30 grados tapatíos los que envolvían al público.
Desde los primeros acordes, quedó claro que el público, compuesto por generaciones diversas que iban desde los 18 hasta los 90 años, estaba allí para revivir una parte esencial de la historia del rock.
Detrás de la banda, una pantalla proyectaba imágenes en blanco y negro y a color, que hacían un recorrido visual por los momentos clave de las décadas pasadas: desde protestas sociales hasta los momentos más alegres de los conciertos de Chicago en los 70. Esta narrativa visual se fundía perfectamente con temas como “Does Anybody Really Know What Time It Is?”, cuyas notas iniciales despertaron un aplauso unánime y nostálgico.
La percusión de Wally Reyes Jr. y Ramón Yslas marcaba el ritmo constante, mientras la audiencia se dejaba llevar por el beat, algunos incluso bailando en los pasillos del recinto. El tecladista Loren Gold introdujo suavemente la balada “You’re the Inspiration”, una de las más queridas del repertorio, que fue interpretada con emoción palpable por Neil Donell, provocando una ola de suspiros y teléfonos encendidos entre el público.
Uno de los momentos más impresionantes llegó con “I’m a Man”, cuando los músicos de viento cambiaron sus instrumentos por percusiones y, en un giro dramático, todos menos los percusionistas abandonaron el escenario. Lo que siguió fue un solo de batería espectacular entre Reyes Jr. e Yslas, quienes intercambiaban instrumentos sin perder el ritmo, encendiendo al público con su virtuosismo y humor. Para rematar, Wally Reyes Jr. apareció con una máscara del icónico Blue Demon, desatando la ovación total.
El cierre fue tan clásico como inolvidable. Tras interpretar “Saturday in the Park”, la banda se despidió momentáneamente solo para regresar segundos después y lanzar “Free”, y terminar con su himno eterno “25 or 6 to 4”, canción que desató euforia, saltos y aplausos entre los asistentes. La energía no decayó ni un segundo. Chicago demostró que más allá de los cambios generacionales, de las ausencias de figuras fundadoras como Robert Lamm (quien dejó las giras constantes en 2022) o el trombonista James Pankow, el espíritu del grupo permanece firme. Chicago ya no es solo una banda, es una institución sonora con legado, presente y futuro.
Chicago no necesita presentación. Su trayectoria habla por sí sola, pero cuando sus músicos suben al escenario y entregan un espectáculo así de emotivo, así de potente, todo se transforma. En Guadalajara, dejaron claro que la historia continúa, que la música sigue viva, y que Chicago es más que un nombre: es una marca indeleble en el corazón del rock mundial.